lunes, 12 de febrero de 2018

AMLO más allá de sí mismo.

En algún punto es posible que los ataques en su contra sólo sirvan para que sus adversarios caven más hondo su propia tumba.



Hernán Gómez Bruera.

La creciente fortaleza electoral de AMLO se ha construido a partir de una combinación de factores: la podredumbre del régimen político actual, la moderación de su discurso, la construcción de una imagen presidenciable que lo presenta como ganador antes de serlo y la formación de una amplia coalición que ha atraído guras de todo el espectro político. Andrés se ha apartado de la crítica al modelo económico y ha moderado su retórica como nunca antes, incluso para estándares socialdemócratas. Ni siquiera Lula, en su cuarto intento por llegar a la presidencia había atemperado tanto su programa, que en 2001 impulsaba un conjunto de reformas en el ámbito agrario, scal y político, y planteaba un giro en la política económica. Es tan grande el descrédito del régimen político actual, tan marcada la corrupción del gobierno y tan grave la crisis de credibilidad de la clase política que la campaña sucia parece afectar cada vez menos la imagen de AMLO. Incluso en algún punto es posible que los ataques en su contra sólo sirvan para que sus adversarios caven más hondo su propia tumba. AMLO tiene una ventaja sobre cualquier otro político; una ventaja que incluso escapa a muchos intelectuales liberales (o conservadores disfrazados de liberales) que lo descalican por no enarbolar esa izquierda nlandesa que México necesita: es de los pocos políticos que conocen la calle y pueden caminar la calle. Sabe interpretar —no a través de encuestas o grupos de enfoque, sino a través de su experiencia directa— el sentir popular. Andrés conoce mejor que ningún otro político los dolores de la gente. Tiene olfato y sensibilidad para hablarle al pueblo. Naturalmente, no lo hace con los conceptos y la sosticación que esperaría buena parte de los intelectuales, sino con una inteligencia política que consiste en hablar de forma simple y clara.

a los adversarios antes que para entender la política, como apunta Esteban Illades en su más reciente libro. La presentación de un gabinete con guras profesionales aporta mayor seriedad y realismo a su propuesta. Si se logra aprovechar, ese equipo permitirá que el mensaje de AMLO llegue a una mayor diversidad de públicos, acerque a más sectores de la sociedad civil y construya la imagen de una candidatura que, además de tener propuestas de campaña, tiene un programa de gobierno viable. La conformación del gabinete es un paso en la dirección correcta. De lo que se trata ahora es que la campaña de AMLO ya no sea solamente AMLO, sino un colectivo que suma y puede traducir su mensaje a distintos sectores y atraer cada vez más a nuevos grupos. Eso implica también abrir el círculo del propio candidato y profesionalizar la estrategia de campaña, la cual no puede limitarse a López Obrador. Entre los militantes de Morena existe la impresión de que en torno al candidato existe un cerco impenetrable donde AMLO escucha apenas a unos cuantos. Puede ser que hasta ahora la estrategia haya rendido frutos, pero la verdadera campaña todavía está por comenzar y seguramente correrá mucha sangre. Anaya tiene un buen equipo de consultores que sabrán hacer su tarea. Sin necesidad de seguir un guión preestablecido ni dejar de utilizar su propio olfato, AMLO debe permitir que los profesionales hagan su trabajo. El obradorismo debe acercarse a sectores que entienden la comunicación de otra forma, capaces de generar una acción más articulada entre los jóvenes, las redes sociales y la sociedad civil, que prevenga al candidato sobre sus ancos débiles, le diga lo que tal vez no quiera escuchar, sea capaz de emitir los mensajes correctos en el momento preciso y logre evitar respuestas que no hayan sido debidamente sopesadas. Ni AMLO ni la izquierda pueden darse el lujo de equivocarse esta vez.

 Investigador del Instituto Mora. @hernangome


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